Como ya adelantamos en el articulo anterior en este nuevo articulo comentaríamos de forma directa como ha cambiado el vino desde el punto de vista organoléptico en nuestro país. Nos remontaremos a los años 80, año en el que comencé mi andadura por este fascinante mundo del vino. He visto de todo y siempre para mejor, aunque sigo pensando que todavía existen malos vinos u otros que te defraudan por excesivo precio o perspectivas creadas debido a su elaborador y entran en esta denominación de malo.
En estos años éramos los reyes del granel y casi no existíamos en el mundo del vino de calidad. Por esas fechas España resaltaba únicamente como una productora de gráneles anónimos y marcas míticas como Vega-Sicilia no contaban en el panorama de embotellados de calidad. Pero todo esto ha cambiado y España resalta día a día cada vez más en el mercado de vinos de calidad.
He sido testigo de este cambio y todavía encuentro condiciones muy favorables en cuanto a los precios de nuestros vinos, y aprecio su alto salto hacia la calidad.
Me quedan recuerdos de vinos imbebibles, pero sobre todo me acuerdo del salto que empezó a dar la D.O. Rioja como rey del mercado con vinos de poco color o evolucionado, finos, elegantes, pero muy maderizados con barricas viejas, pocos intensos y con exceso de tiempo en botella en el mercado.
De esta situación empezamos con el repunte de otras zonas vitivinícolas española y sale a relucir zonas como Ribera del Duero, Priorato, Toro Somontano, con sus variedades foráneas, y el penedés con sus cavas históricos y sus nuevos blancos fáciles de beber, muy ligueros y afrutados.
Con este panorama comienza el proceso de modernización de todo el sector productivo, y llegan la invasión en el viñedo español de algunas de las más prestigiosas variedades de uva mundiales Cabernet Sauvignon, Petit Verdot, Cabernet Franc, Merlot y Chardonnay etc., muy utilizadas como reclamo comercial junto a las nuevas técnicas agrícolas del Nuevo Mundo.
Esto nos lleva a una época de perdida de nuestro carácter más personal de nuestros vinos y nos convertimos en vinos muy estandarizados a nivel mundial. Gracias a Dios nunca olvidamos nuestras variedades y la época de arrancar viñedos no fue una calentura generalizada conservando gran parte de nuestra variedades más autóctonas y viñas viejas.
La revolución tecnológica que vivieron las bodegas y que tuvo mucho que ver en el desarrollo futuro de los vinos nos llevo a una época que se cayó en el pecado de los vinos tecnológicos, elaborados con levaduras seleccionadas, que mermaban el carácter de las variedades. Sería un periodo transitorio, marcado por vinos jóvenes-frescos-y-afrutados.
Ya en los años 90 los elaboradores más despiertos, que habían aprendido a hacer vinos tecnológicamente correctos, buscaron personalidad en el mercado y empieza a demandarse vinos de mayor color y vivos Fue la época de los vinos piedra o madera, de mucho color, mucho cuerpo y sustentados en taninos verdes. Había muchos vinos de marcado carácter vegetal, y muchas veces se temía al grado alcohólico como algo contraproducente.
De estos vinos piedras pasamos a los vinos mediterráneos y el fin del miedo a la gradación alcohólica es el momento del los nuevos y jóvenes enólogos que se instalan en el Priorato y otras zonas marcando un giro total en el panorama vinícola con la reivindicación de las variedades autóctonas con vinos de mayor cuerpo, mayor grado alcohólico, estructuras más presentes los aromas más afrutados olvidando el uso excesivo de la madera y un resultado elegante y muy complejo tanto en aromas como en boca.
Ya bien entrado los años noventas los enólogos empiezan con maduraciones más largas, la concentración, la personalidad y la expresión del terruño se convierte en insignia de los nuevos vinos más actuales. Vinos apoyados en la fruta, con color, con cuerpo y vigor, limitando los característicos rasgos de crianza y con un estilo más moderno.
La entrada del nuevo siglo también llega con un nuevo cambio de estilo y estos vinos vigorosos todavía son protagonistas, aunque han alcanzado un equilibrio perfecto haciéndolos más untuosos, pero con un paso de boca más amable.
Es ahora que estamos viendo nacer un nuevo estilo de vino y zonas tradicionales vuelve al panorama más elitista del mercado (Bierzo, Sierra de Gredos, Andalucía, Ribera Sacra etc.) y que de alguna forma reivindican los estilos más tradicionales de elaborar que siempre existieron en España, vinos de mayor finura, menos color, mayor elegancia y de mucha marcada suavidad en su paso por boca convirtiéndolos en una forma muy fácil de beber. Quizás motivado todo estos en la saturación del estilo más puro de los vinos Parker que tan de moda estuvieron y están.
En medio de todo esto nos encontramos con vinos más abocados o como llama un amigo mío “los vinos mermeladas” tan de moda en estos momentos y que están viendo como nacen estos nuevos vinos más fáciles de beber. Nos queremos sentar en la mesa y beber sin dificultad una o dos botellas, de forma saludable claro esta.
Con este articulo no queremos olvidar el reto que están afrontando los vinos blancos españoles cada vez más demandado su consumo, lo dejaremos para otro articulo.
Por todo lo dicho necesitamos consumidores animados con mentalidades abiertas que exploren nuevas marcas y zonas por que el vino es un ser vivo que muta su estilo continuamente, en todas las zonas hay bodegas innovadoras, nuevas tendencias y proporcionan una constante evolución con nuevos matices y por favor, no te olvides nunca de tomar vino.