El agua es la base de la vida, sin agua, no hay vida. Hoy no voy a escribiros de vinos, voy a escribir de… Whisky, o lo que es lo mismo, de la vida. Si fuéramos irlandeses, lo llamaríamos Whiskey y si fuéramos americanos lo llamaríamos Bourbon. La realidad es que son lo mismo, o al menos, la base principal es la misma. Mi pasión por los vinos me ha llevado a tener pasión por este “agua de vida” hasta tal punto que he ido expresamente a una cata privada de Macallan a la propia destilería en el Speyside.
Existen interminables teorías sobre los orígenes del whisky, hay hasta quien lo atribuye a los egipcios… En todo caso, antes de 1500, cualquier evidencia histórica esta poco o nada documentadas. En el siglo XV, se documenta por primera vez el “uisce beatha”, expresión gaélica alusiva al “agua de la vida”: ” La primera mención del “agua de la vida” aparece en un documento de 1494.En él, el rey Jacobo IV de Escocia concede “a fray John Cor”, monje de la abadía de Lindores, “ocho boles de malta para elaborar aqua vita para el rey”.
El Whisky nació en Irlanda (eso dicen ellos y la mayoría de los expertos) su elaboración se extendió rápidamente a Escocia. Es un destilado de cereal envejecido en barricas de madera. Los pioneros en destilarlo y “formalizar” el proceso de elaboración fueron monjes, de ellos pasó a los agricultores, que instalaron infinidad de alambiques caseros, era una manera muy sencilla y económica de crear este aguardiente que les daba vitalidad y les ayudaba a soportar sus duras condiciones de vida condicionadas entre otros muchos factores por un clima hostil. Bebida hasta entonces de monjes, boticarios y gentes del campo, la primera referencia al “whiskey” tal y como lo conocemos en nuestros días proviene de una revista irlandesa de mediados del siglo XVIII.
El cariño de los escoceses a “su bebida” es tal, que como dice un escritor: lo quieren desde que son “niños sin dientes” hasta cuando son “ancianos sin dientes”. El mayor afecto al whisky, con todo, lo mostró siempre el fisco (faltaría más jejejeje) en 1644, la producción y crianza del “agua de la vida” se vio gravada con impuestos, y la unión política de Escocia e Inglaterra en el Reino Unido propició que “cada vez que Inglaterra emprendía una guerra” buscara dinero en esta bebida. Y no sólo en el propio whisky, ya que también tributaban el cereal, los alambiques, etcétera. (Montoros y Monteros, han existido siempre y en todos los países, jejeje).
Fue a partir de entonces cuando la historia del whisky comenzó de verdad a ser “feliz”. La bebida escocesa adquirió un predicamento que contrastaba con la mala fama de la ginebra, responsable de todo tipo de tumultos y desórdenes cometidos por las clases populares en la Inglaterra del siglo XVIII. En cambio, el whisky se benefició del apoyo de la corona, sobre todo cuando, la reina Victoria, puso de moda Escocia como destino vacacional. El romanticismo de la época con Escocia llegaba a un éxtasis con las fantasías medievales de Walter Scott. La Reina Victoria tuvo Balmoral como una de sus residencias favoritas y, en lo que al whisky concierne, siempre se ocupó de llevar una botella consigo. Sí, curiosamente, la misma reina que tanto apoyó las “ligas de la templanza” para prevenir el alcoholismo, no dudó en otorgar la distinción de “proveedor real” a la destilería de Lochnagar.
A partir de ahí, el Imperio británico, llevaría el whisky a los cinco continentes con los barcos de la Armada. Y, en el último tramo del siglo XIX, la plaga de la filoxera, que hundió el mercado del brandy, todavía ofreció una espléndida oportunidad para el crecimiento de su rival. Cuando por fin llegó el siglo XX, el whisky ya se había convertido en la bebida elegante para el gentleman, con el extra saludable de “no afectar ni a la cabeza ni al hígado”, según la publicidad de la época (os suena ¿verdad?). La afición a la bebida del rey Eduardo VII iba a contribuir a dar más prestigio al destilado: cuando él comenzó a beberlo con agua, muchos de sus súbditos imitaron esta costumbre.
Siempre capaz de reinventarse, el scotch (como se conoce internacionalmente al whisky escoces) sobrevivió a las guerras mundiales (en 1943 no se destiló ni una gota). La introducción de la malta como referente, frente al dominio del blended se desarrolló a partir de las décadas de 1970 y 1980. Hoy en día, esa bebida que, “hace felices a los escoceses”, puede pagarse, en las subastas, a cientos de miles de euros la botella.
Highland, Lowland, Speyside, Islay o Campbeltown, son las zonas principales de producción en Escocia. Los whiskies pueden ser dependiendo de la zona, más salados o más minerales, con tonos dorados o con reflejos de caoba… la sed del mundo puede escoger hoy su destilado en mil versiones. Todas ellas coinciden, sin embargo, en ser, como apunta el historiador David Daiches de forma muy poética: “un brindis a la civilización, un tributo a la continuidad de la cultura y un manifiesto de la determinación humana para disfrutar en plenitud de sus sentidos”
El whisky es el más preciado de los aguardientes. Vamos a ver los tipos de whisky, aunque el escocés, es el rey, existen varios tipos de gran calidad, aquí os señalo un par de ejemplos:
– El Whisky Irlandés (Whiskey): Irlanda puede presumir de ser la cuna del whisky y de poseer la destilería más antigua (Bushmills, 1608).
– El Whisky escocés (Scotch): Es el más famoso y posee una gran variedad, todas ellas con una personalidad bien diferenciada. Se elaboran básicamente dos tipos de whisky: el de malta y el de tipo grain. El de malta es de mayor calidad, debido al cereal, el tipo de alambique, su doble destilación y cuidado envejecimiento que originan un producto de alta calidad.
El whisky grain, la mezcla de cereales es otra y todo el conjunto de su elaboración está pensado para obtener un producto mucho más económico que, casi en su totalidad, se utiliza para mezclar con whiskies de malta, obteniendo así el famoso blend (con diferencia el más vendido). La proporción suele equilibrarse en un 40% de whisky de malta y un 60 % de whisky de grano, aunque varían en muchas ocasiones. De ahí que surja una infinita variedad de whiskies. Antes de ser embotellado, se diluye con agua dulce procedente de lagos escoceses para finalmente ser filtrado.
Para cerrar el articulo os recomiendo una visita a Speyside,el paraíso del whisky! Es sin duda la región más grande (en base al número de destilerías) y probablemente la región más famosa de whisky. Allí esta Macallan, Cardhu, Knockando,Glenfiddich…
Los whiskies de Speyside suelen ser dulces y ligeros. Estas maltas se caracterizan por su elegancia y complejidad, a veces con un sabor ligeramente ahumado, pero más a menudo con un sabor afrutado que va desde las peras maduras a las pasas. La combinación de las aguas cristalinas del río Spey y otros ríos locales, las cañadas y el cálido clima producen whiskies suaves y complejos con notas dulces y afrutadas.
Espero que hayáis disfrutado de este articulo sin olvidaros nunca que este tipo de bebidas requiere de un consumo moderado.